ARTURO MÉLIDA ALINARI (1849-1902), EN EL ARCHIVO DE LA ETSAM
la versatilidad de un arquitecto finisecular

 

La presente exposición tiene su origen en la donación al Archivo de la ETSAM de doce dibujos para la novela La Hija del Rey de Egipto realizados por el arquitecto Arturo Mélida Alinari (Madrid, 1849-1902), legados en memoria del arquitecto Vicente Patón Jiménez (Madrid, 1948-2016), restaurador junto a Rafael Pina y Mª Dolores Artigas del Palacio Bauer que aquél decoró.

Estas ilustraciones se suman así al rico fondo documental cedido por el historiador del Arte Pedro Navascués Palacios (Madrid, 1942-2022), parte del cual se exhibe aquí a modo de homenaje póstumo al que fue catedrático de Historia del Arte en esta Escuela.

ARTURA MÉLIDA, ILUSTRADOR…

Arturo Nicolás Enrique Luis Blas Agustín Cristino Mélida Alinari nació en una familia con cierta raigambre artística por parte de su madre florentina, y destacó por su variado talento como arquitecto, escultor, pintor, dibujante, decorador, diseñador, ceramista, y hasta cerrajero artístico; estando muy unido intelectual y profesionalmente a su hermano mayor Enrique -pintor de éxito que residió la mayor parte de su vida en París-, y al menor José Ramón, destacado arqueólogo cuyas novelas históricas -El sortilegio de Karnak, A orillas del Guadarza, Una noche en Pompeya, Idilios soñados, etc.- ilustró, mostrando su versatilidad para recrear cualquier estilo.

Esta versatilidad la aplicó también en las quince acuarelas que le encargó Lluís Domènech i Montaner como insertos a color para La Hija del Rey de Egipto que se exhiben aquí por primera vez, y en las que los personajes egipcios, griegos y asirios están dibujados según las reglas de sus propias culturas.

Sin embargo, su trabajo más recordado en este campo será el realizado a partir de 1881 junto a su hermano Enrique para ilustrar los veinte tomos -con 120 láminas fotograbadas cada uno- de las dos series primeras de los Episodios Nacionales de su amigo Benito Pérez Galdós; aunque la amplitud y extensión de esta empresa exigió abrirla a otros colaboradores, por lo que sólo Trafalgar, La corte de Carlos IV, El Dos de Mayo, Bailén, y Zaragoza cuentan con numerosos dibujos de Arturo, algunos de los cuales se conservan en el Archivo de la ETSAM.

Otra producción destacada fueron los encartes a color que realizó para los Almanaques anuales de La Ilustración Española y Americana, comenzando por las cuatro láminas de las cuatro estaciones –simbolizadas por las cuatro edades de la mujer- que realizó en 1886 al estilo de Durero, cuyos originales a lápiz conserva la ETSAM.

Y si en 1897 sólo ideó la portada del Álbum, al año siguiente sumó doce láminas de los meses con el Zodiaco, en las que exhibió su facilidad para recrear los distintos estilos, con una sucesión que abarca desde el egipcio al neoclásico, pasando por el griego, romano, románico, gótico, árabe –o mudéjar-, renacentista, barroco, rococó y hasta chinesco.

En 1900 Mélida va a componer el primer Calendario de la Unión Española de Explosivos; iniciando una serie que ha seguido editándose hasta nuestros días, con obras de figuras como Cecilio Plá, Manuel Benedito, Emilio Sala, Gonzalo Bilbao, José Bardasano, Julio Romero de Torres o Guillermo Pérez Villalta.

Su última aportación de importancia como ilustrador va ser la creación de las portadillas, encabezamientos, letras capitulares y cartelas decorativas para una lujosísima edición por entregas de las Leyendas de Zorrilla, ilustrada por algunos de los mejores pintores y dibujantes españoles del momento: Daniel Urrabieta Vierge, Marcelino de Unceta, Emilio Sala, Jiménez Aranda, Enrique Simonet, Cecilio Plá, Alejandro Ferrant y hasta Joaquín Sorolla. Y su talento polifacético va a quedar demostrado con el diseño de las tapas para su encuadernación, con un medallón en bajorrelieve imitando bronce o marfil según las versiones.

ARQUITECTO…

Arturo Mélida Alinari se tituló en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1873, obteniendo su primer éxito profesional tres años más tarde, cuando gana el concurso para el mausoleo del marqués del Duero en la basílica de Atocha, con un proyecto en el que exhibe además sus dotes como escultor, pintor y decorador, anticipando sus futuros logros en estos campos.

Un año después, en 1877, diseña su primer edificio para Santiago Liniers en la calle Lavadores de Burgos, para el que realizará también un palacete en el Paseo de la Isla, en el estilo neogótico normalizado difundido internacionalmente por el arquitecto francés Viollet-le-Duc.

Casi simultáneamente utilizará el mismo estilo para su proyecto ganador del  concurso para un monumento a Cristóbal Colón en Madrid, aunque la ejecución se dilatará tanto en el tiempo que le permitirá evolucionar el lenguaje aplicado. Este éxito temprano se vio corroborado por el encargo de restaurar el arruinado claustro de San Juan de los Reyes en Toledo, que le puso en contacto con el estilo gótico isabelino que marcará su futura producción, dominada desde entonces por el empleo de las variantes españolas de los estilos históricos, dentro del empeño por crear una arquitectura “nacional” característica del s. XIX.

El Archivo de la ETSAM tiene la fortuna de contar entre sus fondos con la Memoria de este proyecto, donada por el profesor Navascués, que muestra hasta qué punto Mélida se imbuyó del espíritu medieval para emprender su tarea.

A este proyecto sumará en 1882 la realización de nueva planta de una Escuela de Oficios Artísticos que debía ocupar el solar del segundo claustro –renacentista- del convento, destruido durante la invasión francesa; realizando aquí su obra más personal, en la que reinterpreta los estilos históricos con absoluta libertad y un empleo virtuoso de los más diversos materiales: ladrillo, piedra, forja, fundición, cerámica, etc., en una demostración visual y publicitaria del destino del edificio, que anticipa de algún modo el famoso Castell dels Tres Dragons que su colega y amigo Lluís Domènech i Montaner diseñará para la Exposición Universal de Barcelona de 1888.

Y precisamente para la Exposición Universal de París del siguiente año va a diseñar Mélida el Pabellón de España, donde –siguiendo conceptos establecidos por Domènech- intentará crear una síntesis de los estilos españoles combinando el gótico levantino con el plateresco castellano y el mudéjar andaluz; utilizando para ello incluso reproducciones de piezas históricas, como los capiteles de la sinagoga toledana de Sta. María la Blanca, cuya restauración se le había encomendado, o los monumentales escudos cerámicos que había diseñado para la Escuela de Artes y Oficios antedicha; debiendo reseñarse que la ETSAM conserva un dibujo para la imagen de Santiago Matamoros que adornaba uno de los testeros, y que no se expone por su gran tamaño.

Por último, no puede dejar de citarse el Panteón para los marqueses de Amboage, publicado ya póstumamente en 1903, donde vuelve a hacer gala de su erudición y originalidad, combinando una estructura neogótica en piedra con una insólita aguja calada de hierro y bronce, tejas vidriadas y ladrillos esmaltados.

ESCULTOR, PINTOR, DECORADOR, DISEÑADOR…

La obra escultórica de Mélida arranca con el bajorrelieve del león para el Mausoleo del marqués del Duero ya citado, y continúa con las escenas y los maceros -con un modelo en la ETSAM- para el Monumento a Colón, que labró en su totalidad, excluida la estatua del almirante, obra de Jerónimo Suñol.

Menos fortuna tuvo su propuesta para un monumento Al Pueblo del Dos de Mayo en Madrid, que tras sucesivas propuestas de ubicación no llegó a ejecutarse. Y peor aún fue el resultado de la Columna de Colón en La Rábida, donde ejecutó las labores escultóricas del proyecto diseñado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, pues apenas nada queda del monumento original, rápidamente deteriorado por el clima marino.

Tampoco se conserva en su integridad el monumento a Antonio López en Comillas -ejecutado por Domènech i Montaner a partir de un proyecto de Cristóbal Cascante inspirado por la primera propuesta de Mélida para el monumento madrileño a Colón-, pues sus esculturas en bronce fueron fundidas en la Guerra Civil de 1936-39.

Afortunadamente el Mausoleo para Colón de la catedral de La Habana sobrevivió a la pérdida de Cuba en 1898, de donde se trasladó a la catedral de Sevilla, para la que Mélida diseñó un nuevo pedestal de estilo gótico acorde con el ámbito circundante.

También como pintor realizó algunas obras notables, pues a sus lienzos de caballete hay que sumar sus pinturas para la iglesia de Sta. María de Alcoy, tristemente desaparecidas también en la Guerra Civil, al igual que las del templo madrileño de S. Ignacio en la calle Príncipe.

Aunque en este campo su trabajo se confunde con el de decorador, en el que realizó obras tan notables como el techo del Salón de Actos del Ateneo de Madrid, felizmente conservado, o el de la sala de Velázquez del Museo del Prado, destruido muy pocos años después de su ejecución.

A cambio, su propuesta de 1879 para el concurso de las pinturas de la fachada de la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor de Madrid, desechada inicialmente a favor del proyecto presentado por el pintor Salvador Martínez Cubells, fue finalmente ejecutada hacia 1914 por el pintor Enrique Guijo; conservándose hasta su sustitución por las actuales de Carlos Franco en 1992, aunque sí se mantienen los frescos que el propio Mélida realizó en su interior.

En ocasiones esta labor no se limitaba a las pinturas sino al diseño completo de las estancias que iban a contenerlas, aunando labores de escultura, cerámica, etc., como en el Palacio Bauer –actual Escuela Superior de Canto-, en el de Villafranca –sede de la Real Academia de Ingeniería- o en el de Zurbano; debiendo señalar su trabajo en el Congreso de los Diputados, que incluía un rico mobiliario, como una butaca conservada en la ETSAM.

Y también se conservan dibujos suyos para otras piezas de mobiliario y artes decorativas, como vidrieras, ostensorios, abanicos, carrozas ceremoniales, un vestido bordado para la imagen de la Virgen de Begoña o el plato que dedicó en 1883 a Galdós la colonia canaria en la capital, entre muchos más productos de su fértil imaginación.

Alberto Tellería Bartolomé

 

Conferencia de Alberto Tellería - 4 de diciembre 18:00

sala de consejos de la ETSAM

vídeo de la conferencia

 

 

exposición noviembre 2024 - febrero 2025
Biblioteca de la E.T.S. de Arquitectura de Madrid

 

 

 

 

Ilustraciones para La hija del rey de Egipto, 1881-1883

Dibujo para la ilustración de los Episodios Nacionales

 

Dibujo para la ilustración de los Episodios Nacionales

Proyecto de restauración de San Juan de los Reyes, 1881

Butaca giratoria diseñada para los gabinetes de lectura del Congreso de los Diputados

 

 

 

 

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