ARQUITECTOS ESPAÑOLES EN EL EXILIO           exposición 5 marzo - 12 junio 2025

 

Al finalizar la Guerra Civil el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España aprobó las normas de depuración de los arquitectos, por las que todos los colegiados debían presentar una declaración jurada, en base a la cual se incoaron los expedientes de depuración que después se remitieron a la Dirección General de Arquitectura. Así, la Orden de 9 de julio de 1942 del Ministerio de la Vivienda publicó la lista de los 83 arquitectos que sufrirían sanciones. Sanciones que iban desde la inhabilitación perpetua para el ejercicio público y privado de la profesión, hasta la inhabilitación por un número determinado de años. Esta situación obligó a muchos a unirse al exilio que llevó a cientos de miles de españoles a abandonar el país.

Buque Sinaia llegando a México en el verano de 1939. Para dar una respuesta humanitaria a los refugiados en Francia, el gobierno de la República en el exilio organizó varias expediciones entre 1939 y 1940, destacando las de los barcos Sinaia, Mexique, Ipanema, Winnipeg y Lassalle, teniendo como destino México, República Dominicana y Chile. México fue el principal destino de los refugiados, unos 6.000.

Distribución geográfica de los arquitectos españoles en el exilio. México fue el destino elegido por 25 de los arquitectos exiliados. Arquitecturas desplazadas, arquitecturas del exilio español. 2007

“La diáspora que supuso el exilio y la situación perentoria de los exiliados se manifestó con claridad meridiana en el campo de refugiados de St. Cyprien (Francia). Hacinados en la playa y vigilados por las tropas francesas, en condiciones infrahumanas, los exiliados soportaron a muy duras penas el tiempo de espera para emprender viajes más largos hacia lugares de acogida, para muchos definitivos y sin retorno. El acondicionamiento del campo, realizado por Robles Piquer, que se encontraba entre los refugiados en él, constituye para mí la primera arquitectura del exilio, urgente y efímera como el Pabellón de París, pero realizada ya en unas condiciones inequívocas de extrañamiento”

 (M.A. Baldellou. Arquitectura, nº 303, 1995)

Aunque la mayoría de los exiliados partieron a países latinoamericanos, hubo dos arquitectos que marcharon a la URSS, Luis Lacasa y Manuel Sánchez Arcas. Tras haber colaborado juntos en el proyecto del hospital de Toledo en 1937, y participado en el proyecto para la Ciudad Universitaria, su exilio les llevó por caminos diferentes. En 1954 el partido envía a Lacasa a Pekín, donde residirá 6 años, para dirigir la editorial de Lenguas Extranjeras. Sánchez Arcas en 1946 fue nombrado por el gobierno de la República española en el exilio embajador en Polonia, papel que desarrolló hasta 1956. “Protagonistas más que brillantes de la arquitectura madrileña del primer tercio del siglo fueron convertidos en funcionarios de partido, maltratados tanto el uno como el otro por el desprecio intelectual.., diluyéndose ambos en el olvido y sin que profesionalmente nadie les reclamara”

(C. Sambricio Arquitectura española del exilio, 2014)

Lacasa y Sánchez Arcas (a la derecha de la imagen)

 

“Como es natural, no todos los arquitectos eran hombres clave para la evolución de la arquitectura, pero si consideramos a los que murieron a uno y otro lado de las trincheras y a todos aquellos que por diversas causas (todas con su origen en la guerra civil) no estuvieron al llegar la paz en condiciones de dar un rendimiento normal, veremos que quedan englobados en la mayoría de aquellos que se esforzaba por conseguir una resurrección de nuestro aún inestable mundo arquitectónico”

Carlos Flores (Arquitectura española contemporánea,1961)

Además del casi medio centenar de arquitectos que tuvieron que exiliarse, no hay que olvidar a aquellos que optaron por permanecer en España en lo que se ha llamado el “exilio interior”: “Aquellos que sobrevivieron a la guerra y no emigraron, fueron encarcelados o se les prohibió ejercer su profesión. Todos ellos debieron silenciar sus ideas y pagaron su deuda de vencidos viendo sus carreras truncadas. Los que iniciaron las transformaciones modernas en los años veinte y treinta, abandonaron las nuevas formas arquitectónicas ante los recelos que despertaban… Los nostálgicos historicismos escurialenses y nacional-católicos o la estilización clásica, desplazaron a una modernidad proscrita, hasta que una nueva generación de arquitectos recuperó el discurso moderno en España”. F. Agrasar “El exilio interior”, Arquitectura española del exilio, 2014. Así, en la primera posguerra, los arquitectos que trabajaron en la reconstrucción del país, y que antes de la guerra habían sido autores de notables obras racionalistas, abrazaron la arquitectura tradicionalista del gusto oficial (Martínez-Feduchi, Gutiérrez Soto…)

“El proceso de formación de una actitud racionalista en la arquitectura española, iniciado a mediados de los años veinte, sufrió un violento corte, con poco más de una década de vida, a causa de la Guerra Civil [...] Sin dejar de ser, obviamente, cierto que el clima de la Autarquía contribuyó al “olvido” de la aventura racionalista, e incluso en algún caso a intentar borrar las huellas de aquella experiencia, se ha venido atribuyendo además una gran importancia a la ausencia, tras la guerra, de un buen número de los más prestigiosos arquitectos de nuestro racionalismo, tanto como víctimas directas de conflicto (Aizpurúa y Torres como máximos ejemplos) como por el exilio al que la mayoría se vio sometido”

(M.A. Baldellou “Desarraigo y encuentro: las arquitecturas del exilio”, Arquitectura, nº 303, 1995)

Proyecto de aeropuerto en Madrid. Blanco-Soler y Bergamín, 1929

Hospital de San Sebastián. Sánchez Arcas, Lagarde, Labayen y Aizpúrua, 1933

“..afirmar que el exilio continuó aquella cultura quizás sea un eufemismo, sobre todo porque fueron contadísimos los arquitectos del exilio que antes de la guerra tuvieron una trayectoria profesional mínimamente brillante, dado que varios de los que luego destacarían eran en 1939 jóvenes recién titulados (como Candela, Robles Piquer, Bonet Castellana , Sáenz de la Calzada..) sin apenas experiencia”

 (C. Sambricio, Arquitectura española del exilio, 2014)

“La arquitectura realizada en el exilio, en cualquier caso una producción difícilmente homologable, parece subrayar la importancia del contexto y la facilidad con que las “dificultades” superaron lo que cabía suponer como convicciones. Si esto fue así en tierra extraña, nada nos permite asegurar que, de haber permanecido en la España de posguerra, con un “clima” en nada propicio a la continuación de la experiencia racionalista, los esfuerzos realizados habrían permitido mantener las posiciones anteriores. Todo parece indicar que, en general la postura adoptada habría sido equivalente a la asumida por Gutiérrez Soto y tantos otros [...] En esta línea, la arquitectura realizada en el exilio por algunos arquitectos resulta especialmente decepcionante. Los Bergamín, Lacasa, Sánchez Arcas, Martín Domínguez, Rodríguez Orgaz o Giner de los Ríos no encontraron la forma de continuar en el exilio lo iniciado en España [...] Puede sin embargo hablarse de excepciones, resultan ejemplares por razones distintas, las actuaciones en el exilio de Bonet, Sert y Candela, que por ello podríamos calificar de magistrales. Su huella en Argentina, Estados Unidos y México acabó siendo definitiva”

(M.A. Baldellou “Desarraigo y encuentro: las arquitecturas del exilio”, Arquitectura, nº 303, 1995)

Radiocentro CMQ, La Habana. Martín Dominguez, 1947

Candela, Sert y Bonet en Santiago de Compostela, 1975

En 1975, a propuesta de Miguel Ángel Baldellou, el Colegio de Arquitectos de Galicia organizó un encuentro en Santiago de Compostela entre Sert, Candela y Bonet. También, gracias a las gestiones de Rafael de la Hoz, le fue devuelto a Sert el título oficial de arquitecto, condición exigida por el mismo para participar en el congreso de la UIA en Madrid.

Pero no será hasta el año 2003, cuando el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid acuerde anular las sanciones del proceso de depuración político social, y requiera a la Dirección General de la Vivienda que cancele todas las sanciones que se impusieron a 83 arquitectos en 1942.

Félix Candela fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Madrid, a propuesta de la E.T.S. de Arquitectura, el día 10 de mayo de 1994, actuando como padrino Ricardo Aroca. En 1995 fue premiado por los colegios de Arquitectos e Ingenieros de Madrid de manera conjunta. En su discurso de aceptación dijo: “No me quejo por mi forzado destierro que no fue demasiado penoso al trascurrir en su mayor parte en un país tan semejante al nuestro como Méjico, sino que lo agradezco porque me ha ayudado a enfrentarme al mundo sin mezquinos prejuicios o gestos patrioteros. Al no tener una patria definida se encuentra uno a gusto y hace amigos en cualquier parte y no se siente la urgencia de tratar de exterminar a los que no han tenido la suerte de nacer en el mismo lugar que nosotros, hablar nuestro idioma o compartir nuestras creencias, como parece que está ocurriendo en la mayor parte del mundo” (Arquitectura 303/1995)

 

Josep Lluís Sert: “el año 39 ya me trasladé a Estados Unidos y desde el año 39 estoy viviendo en Estados Unidos. De manera que son 36 años de vida en Estados Unidos. Todo, naturalmente, toma raíces, aunque no sea más que por inercia; además, la profesión nuestra exige tomar raíces en algún lado. Uno puede ser más o menos nómada; pero se necesita un cierto tiempo y considerar un poco lo que uno está haciendo y trabajando. Y claro: los edificios, por mucha movilidad que haya, están ligados aún al suelo y al clima y a las condiciones locales, al entorno, al medio ambiente o como quieran ustedes llamarle”. “... estuve en la escuela de Arquitectura de Harvard dieciséis años, como decano y "chaiman" del departamento de Arquitectura, que es lo que había sido Gropius antes de que yo viniese. Durante dieciséis años pude hacer muchos experimentos con toda esa gente, cosa que creo que era bueno para mí y bueno para ellos. Cuando se enseña algo, yo creo que tiene que ser una cosa que beneficie al profesor y al alumno, porque si no, por qué vamos a estar juntos”. (Arquitectura 303/1995)

 

Antonio Bonet Castellana: “Yo salía del estudio de Le Corbusier repleto de ideas arquitectónicas racionalistas e imbuido de la mística urbanística de los CIAM y a las que quería incorporar con entusiasmo una esencia surrealista”. En París coincidió con los arquitectos argentinos Kurcham y Ferrari, a los que les propuso ya en Buenos Aires la creación de un grupo de vanguardia inspirado en el GATCPAC de Barcelona. Así en 1939 se creó el grupo Austral: “Los que formamos el grupo Austral asumimos el protagonismo de la lucha por lograr un mejor ambiente para el ser humano, pasando por el urbanismo, la arquitectura y el diseño interior” (Arquitectura 303/1995)

 

 

 

 

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