
Los años veinte han pasado a la historia de la arquitectura
neoyorquina como la época dorada del rascacielos. Paradigmas de
modernidad y de esplendor tecnológico, anunciantes de todo el
mundo recurrieron a su imagen con el deseo de investir a sus
productos de esos valores tan cotizados.
Inspirándose en fuentes
visuales diversas, los dibujantes publicitarios españoles de los
años treinta se lanzaron también a representar rascacielos hasta
configurar un skyline imaginario que recorre las páginas de
nuestras revistas.
Por razones obvias, esta
tendencia queda especialmente patente en la publicidad de las
revistas de arquitectura y construcción.
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