Tres revistas madrileñas                            exposición                               comisaria: Ana Esteban Maluenda
lo internacional en el contexto local

En 1978 la revista catalana Arquitecturas Bis publicaba un número sobre Madrid donde Oriol Bohigas firmaba un texto titulado “Tres revistas”, en el que hacía referencia a las que, bajo su criterio, habían sido las publicaciones que «se simultanearon en el esfuerzo de cocinar la cultura arquitectónica de Madrid, en los años 60».

Tres décadas más tarde, y puestos a dar un repaso a la difusión de la arquitectura foránea en las revistas madrileñas de las décadas de 1950 y 1960, la tríada propuesta por Bohigas —Arquitectura, Hogar y Arquitectura y Nueva Forma— sigue manifestándose como la mejor combinación. Podríamos incluso utilizar sus mismas palabras para presentarlas: «en Madrid, la referencia a las revistas de De Miguel, Flores y Fullaondo sigue siendo una de las maneras más directas de entender lo que allí aconteció».

Y se refiere a «las revistas de...» porque realmente las tres fueron resultado de la naturaleza de los que estaban a su cargo: el ecuánime Carlos de Miguel, el metódico Carlos Flores y el vehemente Juan Daniel Fullaondo. De hecho, Bohigas llegaría a afirmar «que [su] recuerdo más persistente es la personalidad de sus directores».

Para él, «las cualidades que marcaron respectivamente a las tres revistas fueron, en una, el esfuerzo de promoción y aglutinamiento; en otra, la divulgación de los que desde fuera o desde dentro contestaban al conformismo interior, y en la tercera el descubrimiento crítico de nuestras recónditas realidades». Sin embargo, esas mismas cualidades «pudieron a menudo marcar sus correspondientes defectos: el excesivo entusiasmo acrítico, la altanería epatante y el chauvinismo enternecedor». En cualquier caso, constituyen una de las mejores herramientas para acercarnos a los intereses de un grupo de arquitectos que, sin duda, lucharon por incorporarse a las corrientes internacionales.

 

 

Balance de contenidos:
Lo internacional en el contexto local

Pese a sus diferencias, las tres constituyen magníficos ejemplos de la importancia que tuvieron las publicaciones periódicas como fuente de alimentación de los arquitectos y estudiantes de arquitectura españoles de esos años. En un momento en el que la adquisición de publicaciones foráneas chocaba con problemas políticos, económicos, incluso de desconocimiento de las mismas, las revistas madrileñas jugaron un papel fundamental en la incorporación de lo internacional al ámbito cotidiano.

En este sentido, cabría destacar el destacado papel que jugó Arquitectura, donde se recuperaron y comentaron algunos importantes textos de esos años, como “Stocktaking”, de Reyner Banham, o  el número monográfico de L’Architecture d’Aujourd’hui “ Panorama 60” .

Hogar y Arquitectura también ‘importó’ para los españoles algunos ciclos completos sobre arquitectura internacional, como las doce ‘Forum Lectures’ emitidas en el programa de radio The Voice of America a lo largo de 1960 y 1961; o las ‘Banham’s Series 1962’ publicadas en The Architectural Review bajo el epígrafe ‘On trial’.

Además de estos ejemplos ‘rescatados’ directamente de fuentes foráneas, las tres revistas dedicaron páginas a países, ciudades, arquitectos, tipologías o edificios concretos. En general, se observa un aumento más o menos constante de todos estos temas a lo largo del tiempo, que se convierte en un crecimiento exponencial superada la primera mitad de la década de 1960. Arquitectura destaca sobre las otras dos en cantidad de artículos publicados, aunque en ocasiones puntuales fuese superada por Hogar y Arquitectura. Y, pese a ser la que comienza a publicarse más tarde (en 1966, bajo el nombre El Inmueble), Nueva Forma despunta rapidamente dentro del grupo por su dedicación a las figuras de determinados arquitectos.

 
Arquitectura internacional:
Monografías, portadas y secciones

A menudo la información sobre arquitectura extranjera ocupó un lugar privilegiado en las revistas. En su etapa como Revista Nacional de Arquitectura (RNA), Carlos de Miguel ya preparó algunos números sobre las arquitecturas de algunos países europeos, como Holanda o Francia, pero sería en la siguiente década cuando verían la luz algunos de los más destacados monográficos de Arquitectura dedicados a temas foráneos, entre los cuales el de Alvar Aalto de 1960 y el de Richard Neutra de 1965. Sin embargo, lo extranjero encontró lugar mucho más frecuentemente en las portadas. Entre ellas, resulta inevitable recordar las que dibujaron para RNA algunos jóvenes colaboradores que pronto despuntarían en diferentes facetas artísticas. Probablemente la más conocida entre todas ellas sea la que preparó Joaquín Vaquero Turcios sobre Le Corbusier, pero no pueden obviarse otras muchas dedicadas a diversas ciudades europeas y firmadas por Fernando Cavestany, Ramón Vázquez Molezún, Fernando Higueras o Amadeo Gabino, entre otros. También se reflejaron eventos o concursos internacionales y, en general, acontecimientos de diversa índole pero, en definitiva, de marcada repercusión en el ámbito español. Así, la muerte del propio Le Corbusier, la celebración de exposiciones universales, olimpiadas y ferias mundiales, la inauguración de ciclos como las Sesiones de Crítica de Arquitectura o concursos como el del Edificio Peugeot en Buenos Aires, poblaron las portadas de las tres revistas. Y, por supuesto, los nombres propios, que conforman una lista tan heterogénea como atractiva: Mies van der Rohe, Archigram, Alvaro Siza, Parent y Virilio...

 

 

Arquitectura: crónica de una época

 

"Arquitectura de Carlos de Miguel fue —como pretendía paralelamente el Barça— ‘más que una revista’. Fue el órgano promocional, el empuje operativo de la nueva arquitectura española (...) La puntualidad, la precisión, el eclecticismo, la información acrítica fueron cualidades de un valor incalculable mucho más de lo que podían suponer los puritanos insatisfechos —a veces justamente insatisfechos— que proponían, desde el margen, una arquitectura sólo vislumbrada desde unas posiciones éticas y sociales, fuera de un marco relativamente disciplinar".

Difícilmente podría hacerse una descripción más acertada sobre la etapa en la que Arquitectura estuvo a cargo de Carlos de Miguel… 1948-1973: veinticinco años fundamentales para la evolución y reactivación de una arquitectura —la española— que empezaba a despertar después del parón provocado por la reciente Guerra Civil y sus consecuencias. Además, abarcan el momento (1959) en que la revista volvería definitivamente a manos del Colegio de Madrid tras un periodo (1941-1958) en el que, bajo el nombre Revista Nacional de Arquitectura (RNA), dependió del Ministerio de Gobernación.

Arquitectura fue, probablemente, la más equilibrada de las revistas madrileñas. Su marcado carácter institucional, y el de su propio director, la cualificaron como uno de los órganos promocionales más importantes del momento. A Carlos de Miguel le movía un interés muy especial: colaborar en la recuperación de la arquitectura española, pero también en la reactivación y valoración de la misma fuera de nuestras fronteras. Así, sin llegar a demostrar nunca una predilección especial por la arquitectura foránea, sin embargo entendió muy pronto que la evolución y puesta al día de nuestra producción pasaba por el conocimiento de lo que se hacía fuera. Con un sesgo mucho más periodístico que las otras, en ella se abordaron, de modo constante, artículos de fondo, reportajes más o menos extensos, e incluso secciones fijas dedicadas exclusivamente a la arquitectura foránea.

 

Hogar y Arquitectura:
la «media revista» de Carlos Flores

 

Hogar y Arquitectura de Carlos Flores era sólo media revista. Las primeras páginas dedicadas a la Obra Sindical del Hogar se redimían con el ejemplo vecino de los pliegos realmente gobernados por Flores, repletos de un esfuerzo de divulgación y puesta al día. Allí la información tomaba el aire de una amable amonestación a los ensimismados españoles, a los que se intentaba embutir las buenas nuevas que venían de Architectural Design o el ejemplo subrayado de lo más internacional que tenían las obras autóctonas. La vocación por lo sistemático —que alcanzaba desde la ordenada publicación de textos extranjeros, hasta las guías y los estudios monográficos— entraba claramente en esa actitud casi testimonial, empeñada en desprenderse de las participaciones demasiado inmediatas, trabajando en temas de utilidad más generalizada o en posturas “para la historia”»

Según relataría el propio Carlos Flores unos años después de dejar la dirección de Hogar y Arquitectura, «nunca se [le] ocurrió planear una revista de arquitectura “madrileña” o “madrileñista” sino, por el contrario, de alcance nacional preocupada igualmente por todas y cada una de las arquitecturas de España». Pero, en realidad, Carlos Flores ‘utilizó’ la revista para hablar de mucho más que de arquitectura española…

En noviembre de 1955 apareció el primer número de Hogar y Arquitectura, una revista de carácter bimestral que surgió expresamente como órgano de difusión de la labor de la Obra Sindical del Hogar (OSH), un organismo gubernamental dedicado a la coordinación y ejecución de los planes de vivienda social. Así, en los primeros números, las realizaciones de la OSH acaparaban la práctica totalidad de las páginas de la publicación, un aspecto que fue cambiando sustancial y progresivamente con la incorporación de Carlos Flores —primero como articulista, en 1958, y luego como director, a partir de 1960—, alterándola íntegramente y transformándola en una fuente básica de la actualidad internacional. La cantidad de información sobre la arquitectura extranjera del momento iría in crescendo en cantidad y calidad hasta finales de 1974, cuando, según el propio Flores, los responsables del organismo le dijeron: «”Carlos, esto tiene que cambiar: no es posible publicar una página sobre la Obra Sindical y las restantes noventa y nueve sobre lo que tú quieres. En adelante deberá ser al revés”. Entonces los dejé, o me echaron, aún no lo sé bien»

 

Nueva Forma: vanguardia y actualidad

 

«Nueva Forma era, en cambio, la sublimación de esa obra autóctona. Una sublimación que segregaba la increíble vitalidad tumultuosa de Juan Daniel Fullaondo, un alarde de amplitud de campo y capacidad casi indiscriminada de meterlo todo en un mismo saco crítico y polémico, personalizado y agresivo para persuadirnos de que aquí también teníamos una historia y también estábamos haciendo historia, aunque fuese recogiendo las migajas significativas que habían quedado sobre la mesa del maltrecho país»

La aventura de Nueva Forma (NF) arrancó a principios del año 1966, inmersa en un panorama cultural muy avanzado con respecto al de las anteriores, pero todavía relativamente distante de lo que significaba la cultura de la segunda posguerra europea. En febrero de ese año aparecía el primer número de El Inmueble, «una revista comercial de anuncio de la construcción (...) sobre [la] que aportaban de manera esporádica textos y comentarios afines al panorama del arte y el ensayo literario algunos jóvenes arquitectos, poetas y escritores».

Sin embargo, pronto cambiaría su nombre para pasar a denominarse Forma Nueva-El Inmueble, coincidiendo con la incorporación a su redacción —primero como asesor técnico y a partir del número 19 como director— de Juan Daniel Fullaondo, verdadero artífice del cambio de orientación que se operaría y que aportaría a la revista su intenso y característico caudal crítico.

La libertad de acción de la que disfrutaron los que hicieron NF no tuvo nada que ver con las posibilidades con las que contaron Carlos de Miguel o Carlos Flores como directores de Arquitectura y Hogar y Arquitectura, respectivamente. En este sentido, Félix Huarte jugó un papel excepcional. Constructor de amplias miras y muy receptivo al desarrollo de nuevas técnicas en la arquitectura y la ingeniería, había apoyado ya a varios artistas y arquitectos y no tuvo problemas en proporcionar plena autonomía a Juan Daniel Fullaondo, que convertiría la publicación en una especie de cajón crítico donde iría vertiendo un auténtico caudal de imágenes e ideas nutrido tanto del torrente de las vanguardias del Movimiento Moderno como del de las generaciones emergentes de arquitectos, artistas y críticos.  

 

Textos de Ana Esteban Maluenda
18febrero2011